La energía está presente en todos lados. Si salimos a la calle veremos que las plantas crecen, los animales se mueven de un lado a otro, los autos circulan por el asfalto y los semáforos cambian sus luces continuamente. Todas estas actividades tienen en común que precisan del concurso de la energía. Teniendo en cuenta los ejemplos, podemos decir que la energía es una propiedad asociada a los objetos y sustancias y se manifiesta en las transformaciones que ocurren en la naturaleza.
Ahora bien, encender un foquito, leer este artículo en Internet y poner en funcionamiento las maquinarias industriales son acciones que requieren energía eléctrica. Hoy, gracias al desarrollo tecnológico, basta con subir un interruptor, apretar el botón de encendido de la computadora o enchufar las máquinas para hacer uso de ese recurso que circula por los cables. Claramente, estamos acostumbrados a tener un tomacorriente en cada pared y esto hace que no nos preguntemos de dónde viene la energía y cómo se genera.
El funcionamiento del modelo económico de nuestra sociedad actual depende de un continuo crecimiento y exige también una demanda igualmente creciente de energía. Dado que las fuentes de energía fósil y nuclear son finitas, es inevitable que en un determinado momento la demanda no pueda ser abastecida; es decir, que se trata de un modelo de desarrollo insostenible a lo largo del tiempo que, además, acarrea consigo problemas como la progresiva contaminación, o el aumento de los gases invernadero que influyen en el calentamiento global.
De aquí se desprende que una de las formas de clasificar las fuentes de energía es según incluyan el uso irreversible o no de ciertas materias primas, como combustibles o minerales radioactivos. Según este criterio se habla de dos grandes grupos de fuentes de energía explotables tecnológicamente:
Las energías renovables, por un lado, son aquellas que se obtienen de fuentes naturales que, podríamos decir, son inagotables: ya sea por la inmensa cantidad de energía que contienen, o porque son capaces de regenerarse por medios naturales. Este tipo de energías, entre las que se cuentan la solar, eólica, geotérmica, hidroeléctrica, mareomotriz, undimotriz, la biomasa y los biocombustibles, aseguran un desarrollo sustentable de la sociedad.
Las energías no renovable o energías convencionales, por otro lado, son aquellas fuentes de energía que se encuentran en la naturaleza en cantidades limitadas, las cuales, una vez consumidas en su totalidad, no pueden sustituirse. Entre ellas se encuentran los combustibles fósiles y los nucleares, que, como decíamos anteriormente, acarrean la progresiva contaminación del medioambiente.
Desde la Facultad de Informática entendemos que la discusión que involucra a las energías alternativas y renovables, va más allá de la mera clasificación, pues de lo que se trata es de obrar por un cambio que necesariamente tendrá que producirse en nuestra sociedad. Desde este espacio académico, entonces, se apela a lograr un desarrollo sostenible basado en la producción de energías limpias y renovables y se refuerza el trabajo para ayudar al cuidado del medio ambiente con acciones simbólicas, como las campañas de concientización; y acciones concretas como el impulso del proyecto E-Basura y la implementación de 72 paneles fotovoltáicos que suplen parte de la energía que se consume en la Facultad.